viernes, 16 de mayo de 2008

Desplazar la palabra

¿Podemos decir algo a propósito de los refugiados palestinos? ¿Sobre qué escribir? ¿Desde dónde?

Habilitar la palabra en un escenario donde ha sido la palabra la que ha sido robada solo pareciera ameritar silencio. Sin embargo, toda situación de violencia (política y simbólica) pareciera ganar con el silencio del observante. ¿Podremos merodear al otro, buscando justamente, los rastros de las marcas institucionales que han dejado sobre el otro? ¿Ante qué estamos?

Un alcalde hablando del "jaguar sudamericano", y de que este gesto de refugio político era importante por "como se veía Chil
e en los
foros mundiales, como un país solidario", inmediatamente, le pide a uno de su equipo que suba a un niño palestino y le da un speech en castellano sobre lo solidario que es Chile.

Las cámaras observando, y registrando, mediante avanzadas tecnologías de HD todo detalle del que llega.

Un estudiante de periodismo esperando a la salida de una casa, queriendo obtener detalles de la vida de un refugiado, enviado por un atinado profesor, que ha dicho que "tiene que tener la nota antes de las 7".

Sujetos políticos/sujetos de política. La institución política y mediática parece ser ciega ante el lenguaje y el decir del otro. Su violencia, siempre, es la imposición de un lenguaje (visual o verbal) de enmarcación, detenimiento, sujeción.

Lo que se nos presenta en esta instancia no solo es la oportunidad de ser solidarios (palabra tan sospechosa como "limosna"), si no la posibilidad de retroceder, retrasar, desplazar ese momento de definición y enmarcamiento. Desde ahí, quizás, pensar nuevas formas y figuras de lo político.
Iván Pinto Veas