jueves, 4 de septiembre de 2008

Testimonios II

"Ya han pasado algunos meses de ese primer día que como 'Voluntaria' fui a visitar a los Refugiados y aún no dejo de emocionarme y de sentir esa felicidad en el pecho que es difícil de describir. He compartido con ellos sus esperanzas, alegrías, agradecimientos, frustraciones y también algunos sufrimientos. Me han abierto las puertas de sus casa y tratado como una amiga, y la verdad, la mayoría de las veces como una invitada especial…y cuando quiero colaborar con recoger las cosas de la mesa, lavar los platos, ufff, resulta un ofensa y entre risas me mandan asentar.

Mi hijo Tomás ha compartido conmigo toda esta experiencia, y él se autodenomina el “voluntario chico”. Para mi es tan importante que mis hijos participen de este trabajo, creo que es una manera de formarlos, entregarles los valores que como hombres deben tener, ser personas solidarias, respetuosas de otras culturas, involucrados, pero sobre todo que no se queden en la vereda del frente sintiendo pena por las injusticias que ocurren en el mundo, sino que hagan algo, por pequeño que sea, eso puede hacer la diferencia".
Una voluntaria