Durante muchos días había imaginado como sería este encuentro y como sortearía el problema del idioma. Por fin llegó y estábamos ya frente a su puerta. Nos encontramos con la familia de Ali, su esposa y 3 hijos pequeños, la menor de solo meses, que nos recibieron con dulces, sonrisas sinceras y la mejor disposición para tener una conversación fluida en base a dibujos, gestos, ellos con algo de árabe y unas palabras sueltas en ingles y español.
Mientras caminábamos rumbo a la Vega y a las cabinas telefónicas, la gente que los reconocía los saludaba afectuosos, y ellos devolvían una mirada agradecida. Pudieron llamar, comprar lo que necesitaban y como la caminata había sido larga, volvimos en metro. Llegamos a casa y estaban muy contentos, nos ofrecían comida, café, agua y hasta nos invitaron a comer el día siguiente. Nosotras les agradecíamos y decíamos que otro día, repitiendo muchas veces “xucra”.
EL objetivo de ese día se cumplió perfectamente, pero creo que lo más importante para mi y supongo para todos los demás voluntarios, fue que nunca más vamos a pensar en el idioma como una barrera para que dos personas se comuniquen, ese día a pesar de ninguno sabía del idioma del otro, pudimos hablar del tiempo (que llovería el domingo), de las calles, del brazo accidentado de la hija pequeña, de verduras, de transporte, de paseos al mar y así podríamos haber seguido. Quise decirles que les daba las gracia a ellos por darme la oportunidad que me dieron, el sábado me sentí tan bien, tan contenta, y supongo que pudieron verlo en mis ojos y los de mi compañera…ya habrán palabras para ello.
Mientras caminábamos rumbo a la Vega y a las cabinas telefónicas, la gente que los reconocía los saludaba afectuosos, y ellos devolvían una mirada agradecida. Pudieron llamar, comprar lo que necesitaban y como la caminata había sido larga, volvimos en metro. Llegamos a casa y estaban muy contentos, nos ofrecían comida, café, agua y hasta nos invitaron a comer el día siguiente. Nosotras les agradecíamos y decíamos que otro día, repitiendo muchas veces “xucra”.
EL objetivo de ese día se cumplió perfectamente, pero creo que lo más importante para mi y supongo para todos los demás voluntarios, fue que nunca más vamos a pensar en el idioma como una barrera para que dos personas se comuniquen, ese día a pesar de ninguno sabía del idioma del otro, pudimos hablar del tiempo (que llovería el domingo), de las calles, del brazo accidentado de la hija pequeña, de verduras, de transporte, de paseos al mar y así podríamos haber seguido. Quise decirles que les daba las gracia a ellos por darme la oportunidad que me dieron, el sábado me sentí tan bien, tan contenta, y supongo que pudieron verlo en mis ojos y los de mi compañera…ya habrán palabras para ello.
Ana María Olivares
Voluntaria
1 comentario:
Veo que todos tuvimos experiencias similares, marcadas por el afecto e interés que nos demostraron las familias (como dice Natalia en su "reporte", parecía que ellos querían integrarnos a nosotros a su cultura y a su mundo tanto como nosotros a ellos.
Precioso recuento, Ana María, refleja muy bien lo que todos sentimos ese día. Ah, ¡y gracias por ls diccionarios!
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